jueves, 4 de marzo de 2010

Dos mitades

Creo que soy
la mitad de lo que temo;
el matiz de lo que busco,
el arrabal
de lo que encuentro,
la otra mitad,
lo que pienso y sueño,
lo que tantas veces me digo
y luego callo,
lo que me invento,
lo que sé,
lo que quiero creer,
lo del otro lado del espejo,
lo que quiero ver,
lo que luego veo...
las ansias de jugar
en un mundo acicalado para serios.
Tú,
las canalladas que nos gasta el viento,
el coraje que un día perdí,
mi absurdo bloqueo,
un niño que apuesta
a sereno y viejo...
y que luego se le quiebran las tablas
con unos ojillos bien puestos.
Que se empeña en mirar
como si de verdad existiese un cielo,
como si para no naufragar
hubiera que vivir en un cuento
lejos de la realidad,
a años luz del suelo,
siendo de la bóveda
un lunar
bailando por el universo.
Con licencia para huir,
con una explicación por miedo,
con un hilo invisible,
cosido a ti,
que un mal resbalón y de cabeza al infierno...
que el alma de equilibrista
lleva de serie unos riesgos,
que sólo duermen al reír,
al resplandor de lo nuevo,
de lo que llega y lo que queda por venir,
de no acabar nunca el lienzo,
de sabernos improvisar
un alud a besos,
un camino sin final,
lo que nunca se puede olvidar,
la media mitad
de un mismo comienzo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que no soy la una mitad de admirado, sino una admiradora completa de este texto. Y no te doy la mitad, sino las completas gracias por compartirlo.

Alberto del Río dijo...

Gracias :)