* A mi tía Nina *
La historia arrancó ya hace tiempo, y tiene como protagonista a una princesa. Una infanta que nació sin reino, en una larga cuesta de castillos de pizarra. Fue la última de un linaje crecido y acunado entre montañas… fue la quinta punta, la que se fue, la que faltaba, la que cierra la figura y forma la estrella, la sonrisa inesperada: No hay nada como un torbellino para darle vidilla a una casa.
La princesa creció acompasada al vals del ganado y sus cencerros, al sabor de la leche mazada, a las generaciones que comparten colegio, a las correrías de monte a través, de las muñecas desgastadas, a los tablaos de la mesa de comer, dos durillos y a levantarse la falda… Aprender a valorar, a no querer de más, a no echar nunca nada en falta; al calor de la leña y al café de puchero, suspiros de filluelas y empanada.
Pero el reino, que pertenecía a otros tiempos, se apagaba… Y los reyes cogieron a la princesa, carretera y manta; adiós al silencio, a la bondad, a las estrellas… el precio del progreso es claudicar, es alienarse a la colmena. Y allí, a pequeños saltos, a base de robar cosquillas y croquetas fue la larva mariposa, mujer la niña princesa... cambiando campos por mercados, cabritos por peces espada; perdiendo mofletes, ganando figura, educando la mirada.
Y lo que tiene ser la pequeña es que puedes jugar a revolucionaria… hacer lo que otros no pudieron, reinventar el pentagrama. Que nos gusta la luna… pues le damos cuerda… y ¡¡a bailarla!!; que no nos vale el nombre, le achicamos letras hasta que nos suene a hada… que vivir es irse reinventando a uno mismo, que hoy es día domingo, y juega la Tentación blanca.
Y todos se metían con ella… pero a la princesa no le importaba. La lluvia de buen gusto, ni moja ni araña, lo que viene y va en la piel, en el corazón escampa. Y decían… “qué se nos hace mayor, que no se nos casa”… y no faltaban candidatos, faltaba que dieran la talla… que llenarán el alma a la princesa, que la embrujaran, siendo el mundo tan pequeño… ¿Por qué nos echamos en falta?
Y la princesa ahí seguía, en su Universidad, batiendo sus alas blancas… viendo pasar otoños e ingenieros, inspirando detrás de la barra… y allí, echándole miraditas de soslayo, un principito estudiaba y estudiaba… y soñaba, entre noches de café, desvelo, números y fórmulas abstractas, con ponerle un reino a la princesa, y ser digno de robarle un beso, y ser el contrapeso eterno que diera equilibrio a su cama.
Él la perseguía y la princesa se escapaba… ya no era la niña que andaba y caía, tenía ya las rodillas magulladas, cada primavera soñar se vuelve más caro, será que florecen las canas. Será que la madurez conlleva desconsuelo, que la chispa se aletarga, que cuesta más creer, que hay un miedo que nos ata, que no nos deja ver aunque se deslice la miel… muy cerquita de la cara.
El príncipe insistía e insistía y la princesa… la princesa se dejaba ¿Un cine? ¿Un vermut? ¿Una sonrisilla con tapa? Rato a rato el mismo aliño, azúcar para dos, a compartir una de magia. Si por algo destacan las certezas es porque nadie las para: El paraíso lo eres tú, no lo es Madrid, nunca lo fue Guadalajara… contigo no lo digo por decir, contigo no sé qué me pasa. Y poco a poco ganando terreno, rebajando las distancias, sin quemar, a fuego lento… me gusta tanto cuando duermes porque luego puedo verte despertar.
No sé si eres tú o si soy yo, que cuanto más lejos me voy es cuando más te echo de menos, es aterrizar y es encontrar el cielo… de repente ya no tengo miedo, será porque estás ahí. Y no parar de reír y de brillar con la mirada, ¿Qué hay un precipicio? Salto si tú saltas… Que no hay pasta para un castillo pero sí la hay para una buhardilla estrellada… la Tierra puede seguir dando sus giros que aquí… no va a pasarnos nada. Y así perdiendo el yo y el tú, ganando en el nosotros… uno más uno no son dos ¡¡uno más uno es uno solo!! Cosidos al corazón, recíprocamente devotos. El principito hinchado de valor, rodilla en tierra y alma en vuelo, le tendió su anillo a la princesa… y a ella derretida y tierna, se le cayó un “Sí, quiero”.
Y es aquí donde acaba la historia porque hoy… hoy empieza el cuento. Y ese os toca escribirlo a vosotros, en el bis a bis de irse haciendo viejo. La canción de seguiros conociendo, de rebelaros a la apatía, de llegar mucho más lejos… un cuento que nunca se acaba, que vive de coleccionar momentos. Mirándoos a los ojos, de igual a igual, el uno para el otro. Saber que hay mucho más… pero que sólo sois vosotros: Dos cositas dándole sentido a este mundo de locos.
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