martes, 18 de septiembre de 2012

PIES DE FOTO: MÉXICO

PLAYA DE SANTA FE, TULUM


Hay veces que te esmeras tú y otras que ese trabajo corre a costa de la vida. Recoges la toalla y ahí lo tienes: La cometa, los nublos, la luz que atardece en las películas. Entonces olvidas el contexto, hierves sus capas, pones foco en lo importante. Ella. Sus ojos. No hay nada más. Buscas palabras y encuentras un tartamudeo. Lo sueltas. Ríe. Uno cero. Sin avanzar te acercas, no se mueve, te aguanta, llega el miedo a fallar. Le borras un grano del pelo. Recoges y su mano es tuya. Baja la vista, se esconde, no te suelta. El corazón se dispara, miras de reojo: la cometa sigue ahí. Te convences. Ahora o nunca. Resoplas, echas a volar y rozas sus labios. Despacito. Probando. Te acaricia, sonríes, le raptas la lengua. Truena el animal, el caos, la ansiedad de querer tocarlo todo. Te dejas ir. Sois uno en arrebato, miles de escalofríos en revuelta por el cuerpo. Por fin. Todo funciona. Se echa sobre ti, tropiezas; tomáis la arena. Se quiebra el instante, la cometa cae, el mundo sigue. Se levanta y recoge su mochila, te imita, ríe. Tú sigues caído, no comprendes nada: tanto tiempo casados y temblando como la primera vez.




ZONA ARQUEOLÓGICA, PALENQUE


Aunque el presente nos engañe llamándonos eternos no dejamos de ser un guiño, una ola en el océano del tiempo. Nuestro lapso es ahora y pasará de lejos en el siguiente instante, tan rápido que es fácil caer en el error de no saborear correctamente. Aquí, en Palenque, se asentaron una de las ciudades más importantes del mundo maya, esa civilización de nariz aguileña y mentón comprimido que lo mismo te trepanaba el corazón que te advertía un cambio de conciencia en las estrellas. Se estima que vivieron en sus asentamientos unas 30.000 personas, en su mayor parte campesinos y esclavos, al servicio, como no, de las élites gobernantes. El área descubierta hasta 2005 es de 2,5 kilómetros cuadrados, seguramente alguno más si nos pusiésemos en rombos o en triángulos. Aún así, se estima que el noventa por ciento del asentamiento se encuentra todavía oculto en la selva, quién sabe si con su pirámide más importante todavía durmiendo allí. Todo un pequeño Imperio que dominó su región en el nada desdeñable intervalo del 400 a 800 D.C., y que ahora es una atracción para arqueólogos y turistas. Por supuesto, el maya coetáneo estaría convencido que aquellas estructuras, que aquel infalible sistema de gobierno y vida duraría para siempre, ya que tanto abuelos como nietos vivieron y perecerían en él.  Pero no fue así, Palenque cayó, como cayeron Grecia o Egipto, como caen constantemente vidas, amores o enfados, como cae y cambia todo. Porque no se dejen engañar: lo único seguro es el cambio, la evolución de las cosas. En tu barrio, en tu calle, en tu cuerpo cansado, en el absurdo sistema que te gobierna. Todo viene y va y se disgrega y nada, por sólido que parezca, sobrevive al tiempo. Él es infinito y nosotros su huella.




 EL CHIFLÓN, CHIAPAS       


Se pasa la vida ahí, esperando. Todos los días, en el intervalo de las cuatro a las siete, se apoya al roble sobre su hombro izquierdo, de fe a las nubes y con la espalda al camino. Para ella, aquel rincón y sus colores representaban la armonía perfecta, tanto en olor como en silencio robado. Por eso y porque era inevitable, había elegido ese lugar para su primer beso, como paso primigenio hacia una Ilíada de felicidad compuesta. Todos los días, a las cuatro, sufre los mismos nervios, las mismas mareas, las mismas notas de oscuros y claros. La secuencia había pasado una y mil veces por su cabeza, aunque siempre dejando algún que otro cabo suelto, ya que ella era una soñadora de puertas abiertas. Primero oiría unos pasos acercarse, pararse a su lado. Aguantaría su mirada al vacío: lo bueno nunca puede llegar fácil. Luego vendría el susurro, la frase perfecta, la mano sobre su hombro despacio, el giro, la luz en él, la primera cadena. Todos los días, a las siete, sufre un shock de desasosiego y libertad, de soledad y alternativas, de desvelo y certeza. Luego, vuelve casa deprisa, huyendo del contacto de esa horrible gente que no la sabe encontrar. Y entonces se recoge al gris, a su imaginario policromado. Respira, calla y de nuevo a las cuatro, a su roble y a su cascada, a su lengua verde de nubes blancas, a su espera. Allí, donde nadie la ha visto, vive esperando la vieja.




ASAMBLEA  #YOSOY132, MEXICO DF


No hay nada más globalizado que el miedo a las palabras. Éstas, si son libres, tienen el poder de explicar las cosas, de dotarlas de razón y conocimiento, de humanizarlas. Si además son rebatibles, doblan su peligrosidad, pues la dialéctica lleva en sus sangre conclusiones que suele dejar a la realidad muy mal parada, sacando a la luz bragas y calzones. Con el tiempo, pueden irse uniendo a otras para formar ideas, iniciativas, visiones y desvelos; pueden revelarse en forma para buscar un cambio, eso que todo y todos somos, y que tanto se resiste. El sistema, más propios de las palabras dirigidas, agudiza el ruido, no sea que escuches: sin mentes vírgenes no hay mascarada, como no hay esclavo sin señor, ni status-quo sin patria. Por ello se declaran enemigos de diálogo, en todos sus brotes. Y lo calumnian, lo silencian, lo intentan dinamitar por dentro; se ríen de sus sueños y se jactan de sus dudas; a la par que mandan a sus perros a que vigilen e informen, a que metan miedo. Pero la palabra ni se esconde, ni se calla, ni se asusta: sabe que mientras haya vida no le faltarán gargantas. Y espera, cambia, se piensa otro poco, escampa. Por si en alguna luna llena el perro torna en hombre, y la bala, en palabra.



CANCÚN


En México conviven el pasado y el presente por lo que es común toparse con objetos mágicos, de esos que el progreso ha ido relegando a leyenda. Aquí nos venden la pócima del amor. Así, a pelo y sin tildes: el todo al alcance de tomar un trago. Por suerte ni es así, ni puede serlo; los sentimientos no juegan en el plano de lo tangible, de las ciencias exactas. El amor es de la intuición y del subconsciente, del irracional imán de irse cosiendo al otro. A veces de súbito, con unos ojos que se clavan y no te sueltan; otras, despacio, en la erosión del verbo y la caricia. A veces sonríe y a veces duele, nunca se queda en medias tintas: o te da un visado a las nubes o te echa sal en la herida; en su momento o tarde; con su adiós o su infinito; con sus arañazos al cielo, y sus noches de quiebra. Siempre de una forma imprevisible, literaria, caótica: ni eliges del todo de quién te enamoras, ni puedes forzar a nadie hacerlo de ti; aunque vuelques sangre y alma en ello y no concibas el mundo de otra forma. Son, por tanto, demasiadas indicaciones para una sola pócima, más si nos encontramos en el comercial Cancún. La letra no tan pequeña nos revela la confusión, muy de nuestros tiempos: sexo por amor, o amor por sexo, o simplemente un todo en uno como forma publicitaria. Eso sí, como elixir del placer no tiene precio, sólo hay que echar un vistazo a sus propiedades: Una dosis de semejante pasión no hay mucho amor que la soporte. 

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